Mundo al día

CONMOCIÓN PLANETARIA

Alberto Mendoza Morales

Acaban de descubrir garrapatas a 2.300 metros de altura sobre el nivel del mar, en la zona fría donde comienzan los páramos. Los zancudos, también calentanos, viven, velan y pican, desde hace años, en Bogotá, la antes fría capital de Colombia.

Los termómetros marcaron este año temperaturas extremas en la Tierra, 41º bajo cero en el hemisferio norte, 41º sobre cero en el hemisferio sur. Cobraron víctimas, a lado y lado. Los cambios planetarios no se detienen ahí. Los sentimos en Bogotá. La ciudad pasó del frío clima colonial de la antigüedad, al templado clima republicano de la actualidad. La gente vestía antes de negro, con saco cruzado los señores, con volantes pañolones las señoras. La ropa negra desapareció en Bogotá.

La conmoción planetaria la vemos ahora con anual frecuencia en los huracanes del mar Caribe, en los tifones de los mares de oriente. Pero sobre todo en las lluvias torrenciales. El hecho bíblico, presente también en los escritos mayas, parece repetirse. El planeta entero es escenario de un nuevo diluvio universal. Miles de km2 están inundados. Las aguas aun no suben a las montañas, no llegan al nivel del monte Ararat, pero miles de personas mueren ahogadas en extensas rachas acuáticas como las que se dan en oriente. En Colombia los ríos han anegado pueblos ribereños enteros donde las aguas llegan a los techos de las casas. Hay gente trasegando en canoas, niños bulliciosos nadando en calles inundadas de pueblos y aldeas. México acaba de contar un millón de ciudadanos bajo el agua.

Al lado de las lluvias, desencadenadas y sueltas, acaba de darse un hecho terrible, de monumentales proporciones. El río Amazonas bajó de nivel. Se seca. En Leticia, donde mostraba profundidades de 16 metros, muestra ahora profundidad de 6 metros. ¿Se acaba la mayor corriente fluvial del mundo? ¿Se convertirá en tímida quebrada? El Planeta no es ahora espacio de calentamiento global como se ha anunciado. Entró en una época en la que muestra cambios mayores, estructurales, como aquellos que se produjeron en tiempos lejanos, en épocas en que alternaron los climas ardientes y fríos y ocasionaron enormes desfiles poblacionales.

Los mayas, entre el movido panorama mundial de la actualidad, sacan las cabeza. Estamos más allá de un cambio climático ocasionado por la presencia de dióxido de carbono en la atmósfera. Estamos, según sus predicciones, frente a un cambio estructural en la Tierra. Afrontamos una conmoción planetaria.

 

 

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